sábado, 20 de mayo de 2006

Roberto Gonzalez Rivero “Riverito”: “Me va bien pero resigné mis otras inquietudes”

A los 75 es el locutor más antiguo en funciones, activo desde los 15, tiene 3 trabajos y casi 60 años de carrera. Con “La Danza de la Fortuna”, en el ’68, inventó un estilo y aún lo lleva adelante con solvencia en la AM 990 (Splendid), de 14 a 15 y de 21 a 21,30 en la semana; y de 17,30 a 18,30, y de 21 a 22 los sábados. 10 puntos para el “Rey de los Números”: “Riverito”.
“Soy un poco ingrato, lo reconozco, porque esto aunque no es muy intelectual, me brindó difusión y estabilidad en una profesión tan competitiva. (...) Se hace muy jodido cambiar de imagen. A menos que se trate de algo no muy trascendente. Terminás no siendo creíble”.



Recorre los pasillos del austero departamento de Palermo en el que funciona su productora y se detiene en las fotos que visten las paredes. Las mudas imágenes del pasado reflejan pasadas glorias y afectos inmortales. Entre ellos, un lugar de privilegio es para Juan Carlos Altavista, el eterno “Minguito”. “Pensar que estuvo prohibido seis años por tonterías –recuerda-. Me dieron un mes para que lo eduque al aire y después nos echaron”. En la charla, no obstante, Roberto González Rivero había comenzado con la evocación de Juan Carlos Chiappe: “Corría 1947 y él era el actor de un radioteatro muy exitoso en radio Del Pueblo. Estaba haciendo mis primeras armas, lo presentaba y me agradecía: ‘¡Gracias Riverito!’. El apodo se impuso y hoy lo agradezco. Porque a un hombre grande no se lo llama por el diminutivo. Eso me debe sacar al menos diez años de edad”.
-¿Le preocupa?
-No por mí, que tengo la vida resuelta. Pero veo que piden menores de treinta y cinco para cualquier trabajo. Alguna vez le sugerí a un diputado amigo que sancionaran la misma ley que en Brasil, donde se impide discriminar por edad, porque es lo mismo que poner un aviso en el que se diga “judíos, pelados o negros, abstenerse”. No me dieron bola, claro.
-¿Le gusta la radio de hoy?
-Sí, escucho Splendid y a Rolando Hanglin. Pero hoy está rara, llena de “conductores”. ¿Qué es eso? Conozco a los locutores, animadores, artistas y actores.
-Es el animador que no estudió.
-Ah, ya veo. Yo empecé a trabajar cuatro años antes de que se fundara el Iser (en 1951). Me destaqué porque en aquella época casi nadie improvisaba, todos se ceñían a los libretos, salvo algunos grandes como Juan Carlos Torry, Iván Casero o Iván Casadó.
-¿Cómo surge la idea de “La Danza de la Fortuna?
-En el ’61 me casé con mi actual mujer y nos fuimos de luna de miel a Rio de Janeiro. La gente escuchaba muy atenta una radio portátil, y cuando pregunté, me contestaron que era el discurso de asunción del presidente Janio Quadros. Al otro día se repitió la situación con la misma avidez ante la radio y cuando quise saber si repetían el discurso me dijeron que no, que era el “Jogo do Bicho”. El equivalente a nuestra lotería, y como en Argentina, la quiniela era clandestina. Supuse que acá estaría prohibido pero no, entonces hablé con el gerente comercial de Radio Del Pueblo, compré los espacios y empezaron a salir los flashes con los resultados de la lotería, ya con el nombre “La danza de la fortuna”. La audiencia estalló porque mucha gente compraba billetes y jugaba en la clandestina. Y hasta ese momento sólo se podía enterar por el diario del día siguiente.
-No tuvo competencia.
-Prácticamente nunca.
-¿Cuándo empieza con los cantitos?
-Hace más o menos veinticinco años. Surgió después de unas vacaciones, cuando me resultaba tedioso volver a leer números. Soy un poco ingrato, lo reconozco, porque esto aunque no es muy intelectual, me brindó difusión y estabilidad en una profesión muy competitiva. Más allá del reconocimiento de ser el locutor de la Lotería Nacional. Como sea, pasar los números es espantoso por lo monótono, y decidí ponerles un poco de música. Empecé con el “oooocho”, seguí con el “tgres”, el “uuuno” y el último fue el “s-s-séis”, así, titubeando. A los chicos les encanta y hasta alguna vez me tentaron para conducir una audición infantil.
-¿Qué pasó?
-Se murió el productor y nadie recogió el guante.
-¿Tiene “cara de número”?
-Para la gente, sí. La mayoría me felicita, aunque no falta alguno que de atrás te grita “¡Boludo!”.
-A pesar de que tiene otros intereses intelectuales.
-Pero esas inquietudes ya me las comí. Me resigné hace tiempo. Una vez me comentó Victor Hugo Morales algo que puede aplicarse a él, aunque con su talento pudo sacar la cabeza. Dijo: “Vos podés ser el tipo que más sabe de música clásica en la Argentina, pero si vas a anunciar a un artista en el Colón, por más que seas locutor y entiendas de eso más que ninguno, te van a decir ‘que este salame vaya a cantar los números’”. Si estás identificado con esto, se hace muy jodido cambiar de imagen. A menos que se trate de algo no muy trascendente. Terminás no siendo creíble. Victor Hugo sabe un montón de música clásica pero para muchos es el “tatatata”.


Gustavo Masutti Llach
Revista Ahora - Diario Crónica

Buenos Aires, Argentina
Mayo de 2006





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