lunes, 28 de enero de 2008

Victor Hugo Morales: “La gente cree que soy culto”

FICHA
Conducción: Víctor Hugo Morales.
Continental, AM 590
“La Mañana” Lunes a viernes de 9 a 13.
“Competencia”
Lunes a viernes 19 a 21.

“Fue mi año más pleno como hombre de radio. Encapsulado lo del fútbol como algo significativo de mi vida, la apertura hacia otros horizontes fue muy grata. Hay un gran clima de trabajo, un grupo de gente muy querible, una convivencia estupenda y un gran respeto de las autoridades de la radio. ‘La Mañana’ tuvo buena aceptación, cumplió las expectativas iniciales y el reconocimiento de la critica y de los premios, derivaron en una sucesión de satisfacciones”.




Ya había probado, en los ’90, pero no le había ido tan bien en ese horario. Pasó el tiempo, y el paso por la televisión matutina le afinó el “timing”. El resultado es que en su segundo intento, “La Mañana”, Víctor Hugo y su equipo armaron uno de los mejores programas que hoy se puede escuchar.
-¿Demostró que la cultura puede ser rentable en los horarios más competitivos de la radio?
-El desafío es ese: construir un oyente interesado en todo, librepensador, hambriento de cultura. Si nos ha ido aceptablemente bien, queda claro que todo es posible. Lo importante es dosificar, evitar que el programa se caiga hacia un solo costado. La cultura me interesa profundamente. Ese interés motiva a veces la confusión de que yo mismo soy culto. Eso me trastorna por lo equivocado y el miedo que me provoca.
-¿No lo es?
-Sé muy bien que si me rascan un poquito podría surgir una verdad penosa respecto a mis conocimientos. Y la confusión se produce por mi evidente amor a la cultura, mi necesidad de saber, de entender y de promover esa angustia en los oyentes o lectores. Es en los valores de la cultura, comprendiendo en ella las artes de todas las naturalezas, que puede hallarse un alivio, un remanso, en la complejidad y desencantos que la vida provoca.
-¿Cuál es su función social cuando se planta frente a un micrófono?
-Que cada minuto sea bueno para mejorar el mundo, aun si sé muy bien que es imposible que pueda gravitar desde un programa de radio. Pero en cada instante de nuestra vida tenemos esa obligación y mucho más si contamos con un medio que nos acerca a mucha gente. Un oyente con el que celebremos la riqueza del idioma, los valores de los grandes hombres, la divulgación de lo positivo y la critica sin ataduras de lo que el poder político agrede, el respeto por la justicia, la defensa de las minorías, la reflexión constante sobre qué puede hacer cada uno para ser mejores, apelando a la sinceridad y el deseo de comprender a los demás.
-¿Los medios deberían ser un ejemplo de uso del idioma, un modelo a copiar? ¿O, como me dijo Antonio Carrizo, deben reflejar el habla de la calle? -Ese gran maestro es uno de los mas elegantes protectores del buen decir, pero sabe cuándo el idioma de la calle puede ser convocado en el discurso. Y colocado en el contexto debido, tiene la significación de lo académico. El manejo de los tonos nos permite poner entre comillas aquello que queremos decir con el idioma de la calle. Hay música al hablar. No son solo las palabras que se emplean, sino también los silencios, el ritmo, la gracia con la que se cuenta para decir algo fuerte sin dejar indefenso al oyente. Y allí la riqueza y la elegancia en el manejo del idioma sabe imponer el lenguaje debido. Una persona que habla bien, piensa mejor. Cuando las palabras interrumpen el pensamiento porque no nos salen, hay una cierta frustración. En cambio si estamos inspirados y el discurso fluye, podemos pensar que algo magnifico nos empuja y es nada menos que nuestro bagaje. Un hombre que habla bien, es mas libre. Nada menos pienso del lenguaje. Todo facilismo u ordinariez, invita al hombre a estupidizarse. El crimen es nada menos que contra él.
-¿Qué gana y qué pierde “Competencia” cuando no hay debate entre los miembros del programa sobre ciertos temas? ¿No se enriquecería el programa si hubiera algún “abogado del diablo? -La discusión por si misma es un recurso banal, un facilismo para sustituir verdaderas ideas. Sobre (Julio) Grondona, discutimos con los medios afines a él. Ellos dicen lo suyo y lo ensalzan y nosotros, gente que no se encuentra unida por casualidad, con parámetros éticos parecidos, manifestamos nuestras ideas. Ahí esta la discusión. Si en un programa que conduzco, algo de lo que se dice no se entiende, si una idea no es ofrecida con claridad, sin interrupciones banales, siento que me clavan un puñal. En fin, creo en otra cosa y detesto la estética de la discusión como suele ser ofrecida.


Gustavo Masutti Llach
Revista Ahora - Diario Crónica
Buenos Aires - Argentina
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