sábado, 8 de octubre de 2005

Alejandro Apo: "Mezclamos a Troilo con Caniggia y a Labruna con Gardel".


Contrastes. Estereotipos que se rompen. Todo eso y más es Alejandro Apo. Un reconocido periodista deportivo (comparte con Victor Hugo Morales “Competencia”, lunes a viernes de 19 a 21 y las transmisiones del fin de semana) que inventó un lugar para la literatura en la radio (“Todo con afecto”, sábados de 15 a 20, ambos por Continental, AM 590). Un gigante que marca respeto desde lo imponente de su físico, pero que es conocido por ser un buenazo. Y un hombre de radio que tiene un vozarrón vigoroso y grave, pero a la vez permeable a las inflexiones, y excepcional para transmitir sentimientos.
-¿Inauguraste una manera de hacer radio?
- En “Todo con afecto” mezclamos a Troilo con Caniggia y a Labruna con Gardel. Algunos amigos me llamaron y me dijeron “Cuidado, que Walter Saavedra está haciendo un programa parecido en Mitre, en el mismo horario”. Ojalá, porque lo respeto mucho. Si nosotros pudimos imponer un tono, los cuentos o las evocaciones, bienvenido sea. Si un exagerado dice que fundamos un género, somos felices. Está claro que la gente necesitaba este mensaje.
-Lo curioso es que entraste a la literatura por un camino lateral: el deporte.
-Fijate que las maestras de todo el país me escriben para pedirme bibliografía de fútbol. Dicen que “en un mundo que no invita a leer, los pibes se enganchan con uno de estos cuentos de Fontanarrosa, Dolina o Soriano”. A través de ese código los muchachos se conectan con la literatura. Si logramos eso, somos Gardel.
-Lo decía porque se suele creer que el que lee el suplemento de deportes no se interesa por los libros.
-Es así. Son los mismos que encasillan a Roberto Fontanarrosa en la literatura humorística y futbolera, cuando es un escritor reconocido en todo el mundo. El programa anda bien porque su mensaje es que los que amamos el fútbol no sólo somos personas que sólo nos involucramos con las reglas del juego y la pasión. Vibramos por la cultura popular. Nos emocionan Unamuno y Piazzolla. No somos sólo energúmenos que gritan goles. Por más que algunos intelectuales nos pongan esa etiqueta.
-¿Eso pasa?
-Con bastantes, sí. Desprecian lo popular. Dicen: “este escribe de fútbol. No es Faulkner ni Boudelaire”. Enseguida te discriminan. Truffaut decía que “no hay grandes temas, hay grandes tratamientos”. A lo mejor, si le dabas “Jacinta Pichimahuida” a Fellini, armaba un kilombo.
-También leés a autores noveles, que no suelen tener esa oportunidad de ser difundidos.
-Sí. Lo que hago es no prometerles nada, porque llega mucho. La que me ayuda a seleccionar es mi mamá, que no sabe tanto de fútbol pero entiende del juego literario.
-La literatura futbolera es limitada en cantidad. ¿No se te agota?
-Soy un convencido de que el mío es un programa que el público deja por tres meses y un día vuelve. En el mismo sábado, hay gente que va y viene, que escucha un cuento, o un artículo con un viejo jugador y después o antes se dedica a otras cosas. Dura cinco horas. Hay que tener en cuenta eso.
-Pero caés en la repetición.
-Seguro, porque el armado se presta para eso. Me encanta, porque es como los discos. A mi me gusta escucharlos diez veces. De chico, en casa terminábamos de cenar, mamá leía un cuento y lo comentábamos. Me cuesta transmitirles esa costumbre a mis hijos, pero lo voy a lograr. Igual, con la competencia que existe, la radio es imbatible.
-¿Se podría hacer un paralelo entre la audiencia del sábado con la de la madrugada?
-Exacto. De hecho, “Todo con afecto” estuvo ideado para ir a la madrugada. Pero la radio, con razón, apostó por este horario. La atención del oyente es diferente, más fiel. El ritmo del programa es de “barriopueblo”. De caminata por la plaza. Sé que en el interior la gente se junta alrededor del receptor a escuchar el cuento. Muchos me graban y me piden disculpas por hacerlo. Me dicen que si me falta alguno, ellos me lo pasan. Un tipo me asegura que lo lleva arriba del tractor. Otra, que mientras su hija se prueba mil vestidos para salir con el mismo jean de siempre, ella se emociona con la radio. Los estoy acompañando y saberlo me transmite calidez, compañía y amistad.
-¿Qué es “Competencia” para vos, después de tantos años?
-La sensación de que voy a mis recuerdos y los comparto con la gente. El estudio es como el café y mis compañeros, la barra de amigos. Voy, me siento, y empezamos a tirar ideas que tiene que ver con el fútbol y con la vida.
-¿Y Víctor Hugo Morales? -Es el más grande relator del planeta y sus alrededores. Pero también es mi familiar elegido. Lo ideal de la amistad.
-Es notable la trascendencia que tuvo el Profesor Cero, tu personaje que le toma examen de historia del fútbol al resto de los compañeros y les pone notas bajas. -A mí me sorprendió. La gente me para en la calle y me pide “por favor, póngale mejor nota a los muchachos”. Es increíble. Mis amigos me dicen que soy demasiado bueno. Esa es mi oportunidad para liberarme, ser malo y a veces hasta injusto.
-Sé que también te va muy bien con tu espectáculo en vivo, cuya esencia es muy similar al programa del sábado.
-Sí, “Y el fútbol contó un cuento”, que lo hacemos con el Turco Marcelo Sanjurjo, un músico de Mar del Plata. Ya llevamos doscientas setenta representaciones en doscientas diez localidades de todo el país.

Gustavo Masutti Llach
Revista Ahora - Diario Crónica

Buenos Aires, Argentina

Octubre de 2005

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