domingo, 4 de febrero de 2007

Samuel “Chiche” Gelblung: “El público es extremadamente infiel”


Viene de la gráfica, lo que se nota porque razona diferente a los criados en medios electrónicos. En los setenta fue director de Gente y La Semana, pero su popularidad se disparó en los ’90 cuando llegó a la TV con “Memoria”. Nunca se fue y desde entonces es productor y conductor de sus espacios radiales y televisivos. Rebelde y polémico, está al frente de “La vida es bella” lunes a viernes de 13.30 a 15.30 por Canal 9 y “Edición Chiche” (Radio 10, AM 710, lunes a viernes de 18 a 21). “Mis broncas existen porque a veces siento que defraudo al público. Quiero ser el mejor y el que siempre llega primero a la noticia”, reconoce el periodista.



Dice que cuando los reflectores no lo alumbran va por la vida con “cara de culo” (sic) porque es tímido, y aunque demuestra una paciencia infinita, se lo nota incómodo a la hora de posar para las fotos. Esa imagen de fragilidad contrasta con la del transgresor que sale en pantalla o el que lleva adelante el mejor programa de la AM. Pero es cierto que el estilo Chiche Gelblung no se basa en el histrionismo sino en las ideas, que son muchas y las pone en juego. Hoy su escenario es “Edición Chiche” en la Diez, pero también “La vida es bella” por Canal 9. Sobre este último detalla: “Nació como un programa exclusivamente de salud, parecido al que hacía en el cable (adaptado a la TV abierta) pero terminó derivando hacia lo que es hoy. No puedo traicionar mi condición de periodista de actualidad, quedaba muy forzado. Además, con el tema de la salud no te bancás dos horas al aire”.
-¿Conforme?
-Estamos en un nivel aceptable, pero podemos dar el doble. Nos agregaron la peor hora del canal que es la que compite con “Cuestión de peso”, Mirtha Legrand e “Intrusos”. A pesar de estar condenados marcamos cuatro o cinco puntos en esa media hora imposible. Baja un poquito el promedio pero no nos perjudica demasiado.
-¿Tenés público cautivo?
-No creo que exista eso, el público es extremadamente infiel. Si tenés contenidos interesantes te siguen.
-Pero hay gente que te va a dar la confianza en un debut, ¿o no?
-Sí, hay una tracción (no “atracción”) hacia cierta persona. Hay un público que demanda que yo diga ciertas cosas sobre ciertos temas, sobre todo tenemos una marca en las cuestiones de los riesgos que corren los jóvenes y los adolescentes. También sabe que vamos a tratar de ser diferentes.
-¿Cuáles son tus virtudes?
-Sé que en un reportaje me manejo mejor que otros. Habrá quienes lo hacen mejor. Pero interesa cómo voy a abordar a ese personaje.
-Manejás bien los niveles de diálogo. Hablás con un “pibe chorro” y después con un economista, y un médico. Todos en su jerga y con sus códigos.
-Eso es porque el público me lo permite. Es un mérito, me lo debo haber ganado y se da sobre todo en la radio. Ahí tengo permiso para hablar con una modelo y a los 15 minutos con el ministro de economía. Y no le molesta ni al ministro ni a la modelo ni a la gente.
-¿La radio te “redimió” en el medio? Vos eras el amarillo, el polémico y ahora casi todo el mundo te reconoce, sobre todo por “Edición Chiche”.
-Siempre pagué el precio alto de ser diferente. Me animé a incorporar a la tele cosas que nadie hacía y que ahora son convencionales. Desde las operaciones (antes que en Estados Unidos) hasta bajar de peso. Avanzamos sobre zonas vírgenes. Cuando te pasa eso generás expectativa y susto. Pero las críticas eran del periodismo, no de la gente, que siempre me aprobó porque tiene una lógica distinta.
-¿Te molestan las críticas?
-De los periodistas nunca me inquietó. Desde la gráfica que las vengo sufriendo y peleando con ellos. A pesar de haber generado la revista más exitosa de la historia me criticaban por ir más allá. En “La Semana”, cuando hablamos de la devaluación pegamos un billete de un peso en cada tapa y fue una revolución. Lanata hizo cosas parecidas diez años después. Con Menotti hicimos dos tapas, una con la boca tapada y otra destapada para que la gente eligiera. Eso genera algo de rechazo.
-¿Hay vanguardia en los medios de hoy?
-No. Nadie. Hay escasez de audacia y de talento. Se copian a sí mismos y no generan nada nuevo. A nosotros en www.minutouno.com nos están copiando todos. Y eso que tienen pocos años de vida. Me cuesta explicarles los proyectos a los gerentes de programación. Parece que les hablás en un idioma que no entienden.
-¿Se verán cambios con los nuevos dueños del canal?
-Es todo muy reciente. Pero no me vuelvo loco por eso. Yo debo concentrarme en hacer bien lo mío, que es producir el programa y nada más. Ni siquiera tengo contrato, nunca me preocupé demasiado por eso.
-¿Qué buscás?
-Diferenciarme del resto. Cuando empecé con “Memoria” sólo se podía hacer periodismo en TV a la manera de Grondona – Neustadt. No podía ser que sólo se hablara de política y economía. Teníamos una puesta en el aire muy precaria, por ignorancia de la técnica. Pero contamos otra cosa y a los dos años todos hacían lo mismo. Hoy tenés a Mariano Grondona tratando temas policiales.
-¿Entonces?
-No sólo es una cuestión de talento. Siempre ser diferente cuesta más laburo y corrés más el riesgo de equivocarte. El lugar te lo tenés que ganar ofreciendo resultados. Y la gente espera cosas nuevas.
-¿En qué basás el éxito en la radio?
-Un altísimo porcentaje es de la emisora. La Diez es una locomotora impresionante. Además el medio te permite ser más uno. Soy más el de la radio que el de la televisión.
-¿Así de gruñón?
-Eso es un juego, que provoca que la gente se pregunte si es en serio o no.
-¿...?
-A veces es en joda, otras, no. Le da la frescura de lo que pasa. Mis broncas existen porque a veces siento que defraudo al público. Quiero ser el mejor y el que siempre llega primero a la noticia. Pretendo eso también en la tele. Otros se lo comen, yo lo exteriorizo. Y si un movilero me dice locuras, lo paro porque me pongo en el lugar del oyente. No me parece mal que se haga en público. Eso es la radio, no es un producto de laboratorio.
-A contramano de tus colegas, no hablás de televisión en la radio. Ni siquiera comentás los ratings.
-Jamás. Es una boludez y nunca me gustó. Es respeto, no me interesa el periodismo de periodistas ni mezclar los medios porque son autónomos. No puedo excluirme totalmente porque soy parte de la historia. Y el que pone la radio quiere escuchar hablar de radio. Tampoco me siento cómodo oyendo hablar de que tal programa anda bien o mal en la tele.
-¿Ves TV, escuchás radio?
-No, ni tengo tiempo ni quiero contaminarme. De a ratitos, estoy bastante desinformado y me doy cuenta de que la tele abierta tiene muy pocas propuestas diferenciadoras. No me enganchan. Sí miro fútbol.
-Por último. En este medio Betty Elizalde te acusó de mentiroso.
(Se ríe)-Me llamó la atención porque fue una agresión absurda, pero me lo tomé en joda. No sé de donde sacó que yo no viajé, como si tuviera que mostrar los pasaportes. Fue gratuito. Además, durante diez años fui la envidia del periodismo porque me la pasaba viajando. Era enviado especial permanente y cubría todos los eventos. Conocí lugares insólitos y di varias vueltas al mundo. Y casi no uso ese conocimiento al aire. Me causaron gracia sus dichos porque pretendían ser elogiosos. Aunque no fueron agradables.

Gustavo Masutti Llach
Revista Ahora - Diario Crónica

Buenos Aires, Argentina

4 de febrero de 2007

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